Y continúo caminando por Sanlúcar de Barrameda.
En el corazón de la ciudad me encuentro, Plaza del Cabildo. Aquí se respira tradición, alegría acompañada de trabajo y esfuerzo. Que mejor muestra de ello que Casa Balbino, punto de referencia en Sanlúcar de Barrameda, si se quiere conocer en profundidad en todos los sentidos su gastronomía, cultura y sus gentes.
Corría el año 1924 cuando Balbino Izquierdo Aldea, tuvo que emigrar al sur de España desde La Fragua (Soria), con tan solo 13 años de edad, como decimos aquí: «Para buscarse las papas», las cuales encontró a base de muchísimo esfuerzo.
A su llegada, trabajó como mozo en diversas tiendas de alimentación. Años después, acabó dirigiendo un establecimiento de ultramarinos, del que acabó siendo su propietario. Encontró el amor junto a Mercedes Guzmán, madre de sus seis maravillosos hijos. Mercedes le dio el toque andaluz al negocio. A portando sus conocimientos culinarios, su arte y su sangre sanluqueña.
Balbino vendía de todo en su ultramarino, pero faltaba algo… algo esencial en este pueblo, así que agregó a la tienda un pequeño tabanco, donde comenzaron a servir vinos tintos, no muy buenos, pero eso sí, al alcance de todos. Poco a poco, fue dándose a conocer por todo Sanlúcar.
Se sumaron a la actividad sus cuatro hijos varones, Balbino, Joaquín, Antonio y Elías, encargándose de diversas tareas. El tiempo fue pasando, y empezaron a llegar a nuestra tierra las grandes superficies donde era más fácil la compra, la cosa se ponía difícil para los pequeños emprendedores, pero Balbino no tiró la toalla, si no que convirtió su ultramarinos por completo en bar, donde predominaba el producto local, manzanilla de Sanlúcar, pescaditos fritos y mariscos… Dio en la diana, porque aquí siguen, saciando el apetito de miles de personas a diario, y no exagero, dado que su fama ya no es solo nacional, si no, internacional. Aquí me encuentro para deleitarme con sus manjares.
Me encanta el enclave, en el centro neurálgico de Sanlúcar. Su decoración es clásica, con motivos taurinos, repleta de fotografías de antaño. Aroma Andaluz. ¡Que decir de la vitrina en la cual tienen en exposición todos los productos frescos, centollos, langostinos, huevas de choco, ensaladillas, mejillones… Entra hambre solo con mirarla!.Producto local y extra fresco garantizado.
En la barra observo un montón de camareros, son ocho por lo menos, es impresionante la coordinación que tienen entre ellos. El restaurante está lleno de gente, y el servicio es rápido. Además, los camareros son encantadores, simpáticos y muy amables.
La carta es extraordinaria, poseen todo tipo de tapas frías y calientes típicas del lugar. Hoy probaré las famosísimas tortillitas de camarones, los pimientos del piquillo y los calamares rellenos muy extendidos por esta zona. Voy a acompañar estos platos con una Manzanilla de las bodegas Elías González Guzmán. Una bodega familiar de Sanlúcar. Sus toques salinos y su finura maridaran a la perfección con mi elección.
La manzanilla elegida es fina, que como su nombre indica, recuerda a la camomila. Fresca e intensa, paso en boca ligero, pero con retrogusto persistente, va a muerte con lo que más me llama la atención, las famosas tortillitas de camarones, y tengo que decir que de tortillitas nada, tortillones. Una masa de harina, con perejil, huevo, camarones y sal. Se extiende en forma redonda y se fríe. ¡No son nada aceitosas, y sus bocados son simplemente sabrosísimos, es como morder Sanlúcar! Una textura perfecta, una tela de araña formada de camarones la cual te envuelve con su sabor, nada más puedo decir que están de vicio. ¡He probado muchas de estas tortillas, y no tienen comparación con ninguna otra, deberían de darles la Denominación de Origen!, son perfectas.
Los pimientos del piquillo, lo presentan con una salsa rosa y lechuga partida a trozos pequeños. Están rellenos de gambas, atún, mayonesa y cubren el relleno con huevo duro muy picado. La mayonesa es perfecta, suave y cremosa, donde se integran como de una pareja de baile se tratara el resto de los ingredientes. Un mar de cremosidad en la boca. Lo que más me interesa es la carne del pimiento, esta es firme, compacta y sabor inconfundible de los pimientos del piquillo. Si le añadimos un poco de salsa y la lechuga el bocado es fresco e intenso de sabor.
Pasamos al calamar relleno de los derivados del mismo, gambas y gelatina, una obra maestra. El calamar es terso, limpio, ligero. La gelatina le da un toque de frescura. Materia prima de primera, predomina el puro sabor a mar en este plato, siendo un clásico de la zona y de difícil elaboración, Casa Balbino lo confecciona con superioridad. El relleno es compacto, jugoso, en su punto. Se corta con el tenedor sin necesidad de cuchillo, lo que me indica que el calamar es extra fresco.
¡Que os puedo contar más, solamente si vais a Sanlúcar, Casa Balbino es una parada obligada!! No os arrepentiréis.