El Oloroso es el Jerez por excelencia, el más antiguo y el más Gitano.
El mismo que hace entonar por bulerías a nuestros artistas, elevar ese espíritu y degustar la vida de otra manera.
Su color caoba, debido a la crianza oxidativa y su ‘bouquet’ o aroma nos hacen recordar a la primavera, esa oxidación en botas que cuando pasamos por una crujía o cerca de una bodega nos percatamos que ahí duerme sus intensas soleras.
Justo parecido cuando pasamos por al lado de un naranjo y olfateamos los primeros brotes azahar. Y es que el oloroso es uno de esos jereces que magnetizan, en boca se aprecian perfectamente los taninos de su crianza lenta en botas o barricas de roble americano. Como su nombre indica, es un vino muy aromático, intenso y peculiar.
En el interior del Marco las madres y soleras y el clima jerezano hacen que el oloroso esté en su punto más álgido. Mientras que en la costa suelen ser más suaves notándose un poco más las glicerinas.
Así que a vuestra salud, hoy nos vamos a tomar un Oloroso en catavino… como debe de ser. Salud.